Por Jaime Orozco Parejas, Cronista Municipal.
La Bandera Nacional surgió y se transformó a la par de los acontecimientos históricos del país. Con la independencia de España, se hizo necesaria la adopción de símbolos que reflejaran las condiciones políticas, las características sociales y culturales de los mexicanos, para sentar las bases de la nueva nación.
El día de la Bandera mexicana fue establecido el 24 de febrero de 1934, pero no fue sino hasta 1940 cuando se reconoció la fecha oficialmente por el presidente Lázaro Cárdenas del Río. De acuerdo con los antecedentes, en 1821 con la declaración del Plan de Iguala la bandera es diseñada para representar el pacto entre realistas e insurgentes que culminó con la Independencia de México. Los principios que garantizaron este acuerdo fueron “Religión, Independencia, Unión” y se representaron con los tres colores dispuestos en forma diagonal: verde, blanco y rojo. La bandera representó el principio de unidad, sus colores se han coservado intactos desde 1821 y éstos, serán emblemáticos para la nación mexicana. La significación de los colores paatrios ha ido más allá de estas primeras interpretaciones, transitando hacia la idea de que este país se fundó como una monarquía católica y se conservó como república católica hasta la época de la Reforma, representada por el blanco. Se veía como una nación con esperanza en el futuro y en la independencia, conceptos asociados al verde. Y se contemplaba la unión de diferentes grupos étnicos y de clase, relacionada con el rojo, representando una síntesis de la vida independiente.
Con la firma del Plan de Iguala se ofrecieron derechos y garantizaron demandas; a los conservadores les concedieron la religión católica como única, a los liberales; elecciones, división de poderes y una Carta Magna propia; a los insurgentes, particularmente al encabezado por Vicente Guerrero, se le garantizo igualdad sin distinción de origen ni clase social.
Evolución del diseño.
Dos años más tarde en 1823 cuando había finalizado el Imperio de Agustín de Iturbide, el Soberano Congreso Constituyente Mexicano, instauró oficialmente la Bandera Nacional, conservó los colores verde, blanco y rojo, pero junto con ello le dieron algunos cambios: al águila se le quitó la corona imperial, se decretó que el escudo sería un águila parada sobre un nopal, sujetando con la garra derecha una serpiente en actitud de despedazarla con el pico. Debería estar enmarcada por los símbolos republicanos: ramas de encino y laurel. La razón de esta insignia como Escudo Nacional inspirado en la leyenda de la fundación de México-Tenochtitlan, se basa en el simbolismo que el pueblo azteca dio a sus elementos, donde el águila se identificaba con el sol, la serpiente con la diosa Coatlicue, mientras que el nopal y su fruto representaban el corazón humano. Con el tiempo, la Bandera y el Escudo Nacionales fueron sufriendo transformaciones, siempre conservando los colores tradicionales y las características fundamentales del escudo. Tiempo después a mediados del siglo XIX, con la llegada de Benito Juárez a la presidencia del país, y tras la separación de la Iglesia y el Estado, se cambió el significado de sus colores: Verde; Esperanza; Blanco; Unidad y Rojo; la sangre de los héroes nacionales.
El Presidente Porfirio Díaz, el 30 de diciembre de 1880 decretó que el águila se representara de frente con las alas desplegadas, al estilo francés de aquella época. Posteriormente durante la Revolución Mexicana, el en ese entonces presidente Venustiano Carranza, el 20 de septiembre de 1916, estableció que el águila se representara de perfil izquierdo, posada sobre un nopal que brota de una roca rodeada de agua y adornada en la parte de abajo con ramas de encino y laurel.